Preguntas, si me voy,
qué miedo va de mis pensamientos a esta casa.
Yo no respondo, la veo afuera,
tiene la sal del océano pegada en los dedos,
lleva una risa parecida a la mía,
espera el instinto del pájaro,
revolotear en mi cabeza y bajar,
arañar en la piel donde nace,
volar si no tiene alas.
Es ella como un buitre
tomando mis ojos hacia el cristal,
siempre abiertos, siempre míos.
La oyes,
qué ruido de estertor que me espanta.
Ha llegado y ahora el cielo se envolverá de pájaros
y la tierra ensordecerá de pájaros
y el mar se cubrirá de pájaros.
Hablará de mí con las bestias,
hablará y de su voz todo será tan cierto
que se extinguirán las lenguas y los dientes
y los labios y las bocas,
se abrirán montañas enteras
hasta el corazón de la naturaleza humana,
y no habrá un maldito hombre a quien le importe.
Entre ella y yo bogarán mil barcos,
y apenas reconoceré el aire que respiro,
ni a mí misma en los costados
recorriendo el tiempo como si vivir se olvidara,
como que alguna parte habrá muerto
y no conoceré qué dolor,
qué sangre no es mía, qué tengo,
por qué huele a ti sin saberte.
Preguntarás por qué, si me voy,
cuando hay restos de barniz en mis criaturas
y fuego naciendo de mis pulmones,
¡déjame arder
como si el sol fuera un incendio
que ha de consumirme!,
y las piedras vuelvan a ser piedras
y yo vuelva a ser yo:
parte de una realidad innegable.
Si es verdad, si me habré ido
dejando oxígeno en lugar de huellas,
porque me fui deshilachando,
pálida como si hubieran arrancado
la única palabra que es sólo mía,
y fuera titubeante y temblando el pánico
de quebrarme para siempre.
Gritarás que no es verdad
que yo no, que tú no,
que no nacimos del lenguaje,
pero es mentira y me está mirando,
me dice es mentira y me está mirando,
Dirás no vayas y yo iré,
dirás no vayas y yo iré,
dirás no vayas pero ya me he ido.